Ficha de Blake

Blake es un jugador nato, casi podría decirse que roza la ludopatía: cualquier cosa que no puede resolver, se lo encomienda a los dados y a la Diosa de la Buena Fortuna, esperando un resultado más que milagroso. No es de extrañar que con su actitud divertida que nunca pierde la sonrisa, siempre quiera apostar, incluso en los combates Pokémon.

Tanto es así que se hizo entrenador Pokémon no porque fuera su vocación o soñara con convertirse en el mejor, como suele pasar a mucha gente, sino para sacar dinero rápidamente y hacerse con una buena fortuna apostando en los casinos... Aunque no le ha ido demasiado bien por el momento. Claro, luego se enteró del dinero que se consigue siendo alguien en el mundo Pokémon y decidió entrar de lleno para hacerse un nombre con intenciones no tan modestas.

En rasgos más amplios, es amigo de sus amigos, aunque con un fuerte ideal de lealtad y compañerismo, si bien es muy rencoroso y nunca olvida, podría decirse que esa es su peor faceta, junto con ser muy cabezota y no dar fácil su brazo a torcer.

Como datos curiosos, le encantan las hamburguesas y las pizzas, aunque odia el picante pues le causa una fuerte indigestión y su pasatiempo favorito es mirar los Pokémuñecos en las tiendas y tener una gran colección, la mejor de todas.

Blake nació en el seno de una familia corriente en la Ciudad Dragoon. Su padre, Hermet, era electricista y su madre, Mary, cocinera a tiempo parcial en el café de la entrada principal de la ciudad. No les iba nada mal, pues dos sueldos daban para mucho, si bien era bastante austeros y no gastaban más allá de lo necesario por miedo a las "vacas flacas" que podía haber en el futuro, como crisis económica o más.

Ninguno tenía trayectoria como entrenador, ni sus seres más cercanos; de hecho el único contacto que tenían con los Pokémon era en su trabajo, donde colaboraban para sacar la faena adelante y poco más. Por tanto, Blake nunca tuvo las aspiraciones de los niños de su edad.

Tanto es así que en la escuela, mientras el resto dibujaba o se imaginaba cómo sería ser entrenador Pokémon, Blake se lo pasaban tramando ideas para sacar algo de dinero o dedicarse a otras cosas más... Productivas, pues comprendió rápidamente el significado del reluciente metal que todo lo puede.

No por nada a los quince años dejó sus estudios en la academia y se lanzó al mundo donde comenzó a trabajar como reponedor de una tienda de artículos Pokémon en la ciudad, donde descubrió el mundo de las Pokémuñecas y le encantó, queriendo coleccionarlas, aunque claro, no podía permitírselas con su sueldo.

Si bien no lo pudiera parecer, era buen hijo y buen amigo: sí, algo codicioso pero, ¿quién no lo era en un mundo como el nuestro? Además, tenía unos valores e ideales muy férreos, claro, dejando de lado lo material.

Así pasó un tiempo hasta que, con la edad de dieciocho años, se metió por primera vez en un casino, pues decían que allí se podía amasar una buena fortuna. Sin embargo, no tuvo demasiada suerte, ganando y perdiendo de forma constante, fluctuando su sueldo, el cual iba y venía como si tal cosa.

Fue en una de esas pérdidas que, saliendo del casino, pudo ver un combate Pokémon donde el ganar recibía una buena suma de dinero; claro, no era lo suficiente como para vivir cómodamente, pero sí era más de lo que él ganaba en medio mes.

Fue en ese momento cuando se le encendió la bombilla: se haría entrenador Pokémon con el fin de ganar dinero, amasar una fortuna, hacerse famoso y conseguir la colección de Pokémuñecas más grande que nadie hubiera visto jamás.